Astrología 02 - Crítica de la Astrología

CRÍTICA DE LA ASTROLOGÍA


Históricamente la Astrología caminó paralela al conocimiento astronómico. En realidad Astronomía y Astrología no eran más que las dos caras de una misma cosa. En la Astronomía se intentaba dar nombre (nomía) y clasificar los objetos celestes, averiguar sus movimientos, etc., mientras que la Astrología (logos) se refería al conocimiento interno de las causas y de las cualidades de los “seres vivos” celestes.

Esta forma de entender el conocimiento de los cuerpos celestes era el resultado de una visión tradicional del Universo que consideraba a éste como un ser vivo, como un gran Todo viviente que obedecía a leyes a las cuales no sólo estaban sujetos los astros sino también el hombre y todo ser viviente. Además esta concepción global se asentaba sobre otra idea importante: la de la evolución cíclica del tiempo y de todo lo creado.

A partir de la revolución científica post-renacentista, la Astronomía y la Astrología se distancian, precisamente desde que Nicolás Copérnico en 1543 actualizó el sistema heliocéntrico de Aristarco. No obstante, a pesar de ese distanciamiento, las últimas cátedras de Astrología existieron en la Universidad de Salamanca hasta el año 1770, y en algunos otros lugares de Alemania hasta el siglo XIX.

Los astrólogos en general se negaron a incorporar los nuevos conocimientos científicos y como consecuencia la Astrología permaneció como un sistema cerrado sin conexión con la realidad; esta fue la mayor causa de su descrédito progresivo. Los astrónomos científicos por otro lado, basándose en sus propios puntos de vista, no dejaron de atacar a la Astrología intentando demostrar la falsedad de sus principios. Entonces, ¿cuáles son las acusaciones dirigidas contra la Astrología?:

1.- Dado que los Puntos Equinocciales ─ 21 de marzo para el equinoccio de primavera y 21 de septiembre para el equinoccio de otoño ─ han cambiado de posición debido al fenómeno de la precesión de los equinoccios, ahora nos encontramos que los signos zodiacales que aparecían en otros tiempos en el horizonte no se corresponden con la posición actual de las constelaciones.

2.- Desde el punto de vista de la Astronomía existen 13 constelaciones, no 12 como admiten los astrólogos. Basándose en una evidencia observable, se puede afirmar que el cinturón zodiacal incluye también a la constelación Ophiucus, llamada también Serpentaria, y por lo tanto debería ser incluida entre las que están en el zodiaco astrológico.

3.- Las investigaciones científicas no encuentran ningún tipo de justificación a la posible existencia de fuerzas estelares que puedan influenciar los acontecimientos o los seres humanos. Si los astrólogos tuvieran un mínimo de capacidad predictiva, abundarían entre ellos ricos inversores en la bolsa.

4-Las constelaciones son sólo agrupamientos ilusorios de estrellas, que en realidad corresponden a distintas galaxias o están situadas a distancias enormes entre ellas. La imagen que se proyecta en nuestra vista, partió de su destino millones de años atrás, cuando ni siquiera había nacido la persona afecta por la supuesta influencia procedente de dicha estrella. Por consiguiente, al no constituir las constelaciones entidades verdaderas, no se puede hablar de una energía o influencia procedente de Sagitario o de Capricornio, porque simplemente éstos grupos estelares no existen, son meras ilusiones ópticas. Pero aún si existiesen, la influencia procedentes de ellas se habría generado muchos millones de años atrás, ignorándose cómo y de qué manera podría afectar a un ser, por ejemplo, del siglo XX.

5.- Las descripciones de los caracteres personales astrológicos así como las predicciones individuales son tan vagas que en realidad no afirman nada concreto, pueden ser adaptadas a cualquier persona.

6.-La mayoría de los astrólogos carecen de estudios universitarios y científicos.

7.- El boom de la astrología en nuestra época no es más que el resultado de intereses económicos, la astrología es simplemente una forma de hacer dinero.

8.- La astrología no se corresponde con nada real, como sistema es una construcción artificial y además una pseudo ciencia.

9.- Está basada en un punto de vista geocéntrico, totalmente superado por nuestros conocimientos científicos, los cuales asignan a la Tierra un papel subordinado al del Sol.

¿Cuál es pues la conclusión ante estas críticas? Aunque muchas de estas afirmaciones son un tanto injustas y están hechas con cierta cortedad de miras, no podemos negar al mismo tiempo que muchas de ellas contienen también una cierta, o a veces mucha verdad.

En cuanto a la afirmación de que la posición de las estrellas ha cambiado, hay que tener en cuenta que el zodiaco astrológico tropical hace una clara distinción entre los signos zodiacales, que serían fijos, y las constelaciones del zodiaco que pueden haber variado de posición.

Los signos del zodiaco tropical se refieren a 12 porciones del círculo zodiacal, cada una de ellas de 30 grados, que tienen su comienzo, final y puntos intermedios de acuerdo con las estaciones, es decir con los equinoccios y los solsticios.




Por el contrario la Astronomía basa su clasificación de las constelaciones en el zodiaco sideral, o sea el camino real que recorre el Sol a través de las constelaciones. Esta diferencia es la misma que puede observarse por ejemplo entre la Astrología clásica occidental (tropical) y la hindú (sideral), de tal manera que por ejemplo una persona Virgo en el sistema occidental, sería Leo en el hindú.

El problema pues no sólo radica en esas diferencias, sino en la falta de coherencia de la astrología moderna, pues si bien defiende la autonomía de su sistema (o sea la no relevancia del cambio de las posiciones estelares a lo largo de los siglos), por otro lado para sus cálculos sí tiene en cuenta la posición “real” de las constelaciones y estrellas, al mismo tiempo ignorando el hecho de que no puede haber correspondencia entre un sistema estático (zodiaco tropical) y un sistema en movimiento (debido a la precesión de los equinoccios) como el zodiaco sideral.

Los astrólogos varían desde aquellos que ignoran cualquier relación con el zodiaco sideral, hasta aquellos que intentan modificar sus cálculos para hacerlos coincidir. Finalmente otros optan por seguir fielmente las indicaciones de la astronomía científica, creando otro tipo de nueva astrología, la llamada astrología sideral. El resultado es de una tremenda confusión.

Lo mismo podría afirmarse con respecto al segundo punto de crítica: la astrología ignora la existencia de la constelación de Ophiucus o Serpentario, que en sí misma es un enigma muy importante del cual trataremos en extenso más adelante. Los astrólogos han optado por obviarla en sus cálculos, cuando precisamente es una de las claves perdidas, o mejor dicho ocultas, del antiguo sistema zodiacal esotérico.

Aunque las investigaciones científicas no pueden detectar ningún tipo de energía que pueda actuar sobre el ser humano, también es cierto que tampoco se puede encontrar lo que no se busca. Recientes estudios tales como los de Gunter Sachs (1997), basados en un exhaustivo estudio estadístico de cerca de un millón de registros de nacimientos obtenidos de la Oficina del Registro de Suiza desde 1850, prueban que la distribución de profesiones, probabilidades de casamiento-divorcio y muerte, no se distribuyen uniformemente entre los doce signos, como sería de esperar si no hubiese influencia alguna, sino que por el contrario hay signos que muestran tendencias determinadas según profesiones, etc. Los datos recogidos por una aseguradora británica (British Accident and Insurance Management Co.) de clientes implicados en 25000 accidentes de coche, muestran que los conductores Tauro y Virgo son más propensos a tener accidentes, mientras que los Leo y Escorpio son mejores conductores. La universidad alemana nos ofrece otro ejemplo: los datos recogidos de 231.036 estudiantes confirman el estereotipo de que los Libra tienen más inclinación a estudiar Derecho.

No obstante, es difícil negar algunas de las otras críticas, la Astrología se ha convertido hoy en día en un asunto propio de ferias y tómbolas, y si bien es cierto que existen astrólogos muy serios y bien preparados, éstos son una minoría frente al gran número de charlatanes que se ganan la vida con esta actividad. Esta es la realidad, duela lo que duela, y le pese a quien le pese.

En todo caso, la demostración de la existencia de dichas influencias, su medición, caracterización y método para predecir acontecimientos en el futuro, nunca se conseguirá a menos que la ciencia cambie su postura, es decir que acceda a dedicar parte de sus recursos a la investigación del fenómeno astrológico, y que al mismo tiempo la Astrología y los astrólogos se sometan a criterios científicos en la elaboración de sus cartas astrales. Se necesita un acercamiento por parte de los dos grupos confrontados.

Una muestra del cambio que se necesita es el nuevo impulso universitario que se está dando a los estudios de astrología, así por ejemplo podemos mencionar como en recientes años se han llevado a cabo estudios del simbolismo, historia y metodología astrológica en la Universidad de Zaragoza, o ciertas disertaciones doctorales, como la realizada sobre epistemología astrológica por la doctora Elizabeth Teissier en la Sorbona de París. Existen también proyectos tales como el Proyecto Sophia de colaboración entre la comunidad académica y los astrólogos. Por otro lado los ejemplos de investigaciones mencionados anteriormente nos muestran que es posible hacer investigación en el campo de la astrología: la estadística es una poderosa arma para ello. Estas pues deben ser las líneas maestras a seguir para la recuperación de una ciencia astrológica más decadente que nunca, a pesar de su masiva expansión mediática.

Sin embargo, nuestro estudio no se encamina a la verificación de influencias estelares más o menos verdaderas, ni tampoco a dirimir en polémicas tales como el conflicto entre el libre albedrío y la determinación del destino por los astros, ni tampoco se refiere a la horoscopía o predicción del destino personal, sino que más bien se centra en tratar de entender las bases racionales y simbólicas de la astrología, o en otras palabras descifrar el código astrológico.

Desde los tiempos más remotos el lenguaje de los misterios, el simbolismo expresado en cientos de leyendas y mitos, los secretos de la alquimia, la medicina mágica y esotérica, por ejemplo la de Paracelso, la ciencia hermética a través de sus múltiples expresiones, etc., todos ellos han utilizado un código especial, unas referencias a las que sólo el iniciado en sus secretos podía tener acceso.

¿Qué nos quiere decir Paracelso cuando dice que hay enfermedades Venus que se curan con plantas Venus? ¿A qué se refieren los alquimistas cuando hablan del Sol y de la Luna y Mercurio como elementos fundamentales en la consecución de su piedra filosofal? ¿Qué nos quieren decir las antiguas teogonías cuando presentan a los protagonistas de sus mitos como constelaciones celestes? Para ello tenemos que conocer el significado preciso de palabras como Capricornio, Acuario, Marte o Júpiter, pertenecientes a un código desconocido, cuyo descifrado nos permitirá entender el mensaje de los antiguos y quizá rescatar algunos conocimientos útiles para nuestra generación.

Paracelso nos da una clave importante para entender este enigma de la Astrología:

“Los planetas y estrellas del cielo ni construyen el cuerpo del hombre, ni le dotan con virtudes o vicios, o cualquier otro tipo de cualidad. El curso de Saturno ni acorta ni alarga la vida de nadie; y aunque Nerón tenía un temperamento marcial, no era el hijo de Marte, ni Helena la hija de Venus. Aunque nunca hubiese existido la Luna en el cielo, no obstante habría lunáticos. Las estrellas no nos fuerzan a nada, no nos inclinan a hacer nada; ellas son libres en sí mismas, así como nosotros somos libres. Se dice que un hombre sabio es capaz de gobernar sobre las estrellas; pero esto no significa que el gobierna las estrellas en el cielo, sino los poderes activos en su propia constitución mental, y que son simbolizados por las estrellas visibles en el cielo.” (Filosofía Oculta)
Procederemos pues a analizar las bases mínimas del lenguaje astrológico: primero estableciendo la idea fundamental del ciclo y la ciclicidad natural, luego explicaremos cómo entendían la constitución del mundo y del hombre en el pasado, lo que nos permitirá restablecer las conexiones simbólicas entre el macrocosmos y el microcosmos tal como eran entendidas en la antigüedad. Sin tratar aquí de afirmar su validez o no, indudablemente sistemas tales como el de los 4 Elementos (Agua, Tierra, Aire y Fuego) formaban parte esencial del lenguaje astrológico.

Así como no nos pondriamos a juzgar si la gramática cuneiforme es más o menos exacta que la gramática inglesa, ni tampoco si el vocabulario que utilizaban los sumerios era más o menos científico comparado con el lenguaje matemático moderno, de la misma manera para descifrar el lenguaje astrológico tenemos que hacerlo en sus propios términos, sin prejuzgar acerca de la validez o exactitud científica de su “vocabulario”.

Este lenguaje, en cierta época, fue considerado secreto, o sea era un lenguaje cifrado, del cual sólo una parte fue conocida públicamente y de forma velada. Así, por ejemplo, de los llamados 12 signos zodiacales sólo 10 de ellos fueron conocidos públicamente, en tanto que dos de ellos fueron ocultados y, en tiempos posteriores, tal como veremos más adelante, fueron traídos de nuevo a la luz pero bajo disfraces que sólo permitía reconocerlos a los iniciados en el secreto.

Una vez hayamos determinado los constituyentes bases del sistema (ciclos, elementos, signos) como si dijéramos el vocabulario, la gramática y los conectores lingüísticos del sistema, entonces nos tocará atribuir un significado correcto a cada uno de ellos, o sea la interpretación simbólica de los signos y su aplicación práctica (alquimia, medicina, ciclos históricos, tarot, etc.) que esperamos desarrollar en otros trabajos que continuarán al presente.

Continuará