Astrologia 26 Geminis - Inmortalidad Compartida

 GÉMINIS O LOS HERMANOS GEMELOS


Continuando con este Eje de la Inmortalidad Compartida, después de haber examinado el simbolismo de Sagitario toca ahora explorar el simbolismo de la otra parte que compone este eje: Géminis.

Las leyendas, mitos y tradiciones de casi todos los pueblos contienen un apartado dedicado al tema de los nacimientos dobles. Generalmente estos mitos se califican como meras supersticiones, o como muestra de la ignorancia e imaginación del hombre en la antigüedad ante un fenómeno para el cual no tenía explicación. Sin embargo, incluso hoy en día, en nuestra era de la información y la tecnología, los nacimientos de hermanos gemelos todavía se rodea de ciertas connotaciones especiales. ¿Quién no se ha sentido atraído ante la semejanza extraordinaria de dos seres humanos? ¿Quién no se ha sentido tentado a preguntar si sienten algo extraño? La atracción por el fenómeno no está meramente relacionada con el parecido físico, sino también con las implicaciones psicológicas que ello tiene: Nuestra confrontación con este fenómeno de la gemelaridad nos lleva a preguntarnos ineludiblemente acerca de la Identidad humana. 

Nuestra diferenciación personal de los demás es algo natural e inconscientemente asumido. Desde los primeros años de vida, el proceso de captación y conocimiento del mundo alrededor nos lleva directamente a la adquisición de un yo diferenciado a través de varias etapas. Al comienzo, en los primeros meses, el niño no distingue entre el mundo que le rodea y él mismo, luego aparece claramente definida la figura de la madre, y gradualmente también el padre y el resto del mundo, llevando de manera lenta pero inexorable al descubrimiento del propio yo en contraste con "el otro", incluso exacerbándose  ese sentimiento al llegar la pubertad.

El “otro”, por distinto o semejante que pudiera ser, no nos causa inquietud, porque las fronteras están bien definidas, e incluso en el caso en que el parecido físico con alguien sea muy marcado, las diferencias de familia, lenguaje a veces, etc., de alguna manera "protegen" nuestra identidad. Sólo hay un tipo de "gemelo" cotidiano que nos inquieta: nuestra propia imagen ante el espejo. 

Muchas son las leyendas y supersticiones relacionadas con la imagen especular, sobre las que no es necesario insistir, no obstante, éste es un fenómeno que también ha sido objeto de atención en la literatura, el cine, la novela, etc. El doble del espejo, el doble que espera al otro lado, el doble que sospechamos, pero que sólo vislumbramos en un breve fogonazo intuitivo, nos inquieta, nos revela un mundo paralelo del que no tenemos conciencia clara, y del que tememos que pueda absorbernos. Así, el gemelo especular, posee nuestra alma, sabe de nuestros secretos, amenaza con poseer nuestra conciencia, nos hechiza, es capaz de asomarse al otro espejo de nuestros ojos, para desde allí hablarnos de un mundo desconocido que nos abisma en sus misterios: los misterios de la identidad humana.

Si el mito de Narciso, habla de una identidad superior absorbida en su propia imagen, quizá en el caso del espejo éste reclame, en un viaje de retorno, nuestro auténtico ser para devolverlo a su identidad primera. Pero eso exige que nuestra identidad actual desaparezca, y ésta reacciona entonces con sorpresa y a veces miedo.

Los hermanos gemelos, ponen de manera inconsciente ante nuestros ojos la escenificación del problema de la identidad humana. Para la ciencia el hombre no es más que un conjunto de genes más o menos programados, a los que se añaden una serie de experiencias que moldean su expresión. Sin embargo esta definición científica, no refrena nuestras preguntas: ¿Piensan y sienten lo mismo? ¿Qué caracteres personales comparten los gemelos? y sobre todo, ¿es cierto, que presiente el uno al otro, que comparten sentimientos y experiencias fuertes a pesar de la distancia? Esta asociación extraña, esta comunidad de sentimientos que se le atribuye, esa percepción de dos seres unidos en uno, aún más poderoso, enlaza a los gemelos con las tradiciones mágicas y los mitos de los orígenes del ser humano.

Las Leyendas y los Mitos de los Inicios

Muchos de los mitos sobre los gemelos se refieren al origen de una dinastía o de los seres humanos mismos. De alguna manera el mito platónico del andrógino también está relacionado con los mitos gemelares, puesto que menciona que había varias clases de estos seres poderosos hermafroditas, y que aquellos que estaban unidos cara contra cara, en eterno abrazo, fueron forzados a dividirse y que desde entonces se buscan constantemente el uno al otro.

En las leyendas americanas de los Navajos, se dice que de la primera diosa concibió un hijo tras unirse al Sol, y otro hijo uniéndose al Agua. Desde entonces fueron conocidos como los Gemelos de la Diosa. Esta les dotó con arcos y flechas, y ellos emprendieron el camino en busca de sus padres. Tras una serie de aventuras, en las cuatro direcciones del espacio, sin éxito, finalmente su madre les dijo donde podían encontrar a sus verdaderos padres, dirigiéndose a través de cañones y montañas hacia el Gran Mar del Occidente. Con la ayuda mágica de varios seres que encontraron en su camino, lograron atravesar las cordilleras que se cerraban engullendo a quienes las transitaban hasta llegar al Gran Mar, desde allí, mágicamente, el Arco Iris les condujo hasta su destino. Esta leyenda, refleja algunos de las ideas que subsisten en los mitos solares astrológicos de los gemelos, donde el caminante a través del arco zodiacal alcanza el lugar original del Padre Sol. 


Entre las tribus Lakotas se cuenta otra leyenda en la que se dice que hubo una gran inundación que destruyó a la humanidad primigenia, y que solo una joven se salvó gracias a un águila que la llevo a lo alto de una montaña. De la unión del águila y de la joven nacieron unos gemelos, chico y chica que fueron los padres de la nación Lakota. 

En la Cultura Mande de Costa de Malí, el dios principal Mangala, tras varios intentos de creación fracasados, consigue finalmente hacer surgir el mundo de unas semillas gemelas. 

El tema de la dualidad, como también ocurre en China, es un paso previo necesario para llegar a la multiplicidad. De ahí que los dioses primitivos sean dobles en su naturaleza, femeninos y masculinos, como ocurre con el mismo Mangala, e incluso con el Zeus griego primitivo que era representado como hermafrodita. 

Nuwa y Fuxi (China)

De todos es conocida la leyenda de Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad eterna, pero no es este el único caso en que una pareja gemelar está en la raíz de los orígenes de un pueblo: Esaú y Jacob, Caín y Abel, Osiris y Seth, son también ejemplos de esta idea. En ellos encontramos también otra dualidad presente: el hermano simple o inocente, y el hermano habilidoso, constructor, o ingenioso. Quizá porque se refieren a dos aspectos del ser humano, el bruto simple y el fundador de las artes y ciencias. La unión de ambas facetas, son las bases de la construcción de la civilización. 

Rómulo y Remo 

Así, en la mitología griega, Armonía es la hija de Afrodita y de Ares, del amor y de la guerra, de la pasividad y la actividad. Entre los Bamoun del África Occidental, se dice que  fueron gobernados al principio por dos hermanos que siempre peleaban entre ellos, hasta que por medios mágicos se convirtieron en una doble serpiente, llegando a ser desde entonces símbolo de la concordia.

Entre las culturas centro americanas, Quetzalcoatl representa un papel fundamental como civilizador, el descendió para llevar a cabo su misión acompañado por su hermano gemelo Xobti. A menudo Quetzalcoatl aparece representado llevando en su mano izquierda una calavera que representa a su hermano. Esta es otra idea central en los mitos gemelares, el hermano inmortal y el hermano mortal.

Hunahpu y Xbalanque

En el Popol Vuh, libro sagrado de la tradición Maya Quiché, aparece la historia de los dos héroes gemelos, Hunahpu y Xbalanque quienes con su habilidad e incesante juego de la pelota conquistaron la inmortalidad. Los Señores de Xibalba, el inframundo o lugar del Miedo, molestos por su juego, les obligaron a descender y a jugar el juego de la pelota, pero deseando deshacerse de los gemelos, dotaron a las bolas con dagas. Sin embargo los habilidosos jugadores lograron salir victoriosos de esa prueba. A lo largo de esta historia, con gran ingenio, logran derrotar a los Señores de Xibalba. El último truco fue hecho por Xbalanque quien tras sacrificar a Hunahpu, su hermano gemelo, lo desmembró, removió su corazón, y finalmente lo devolvió a la vida de nuevo. Tras emerger victoriosos de Xibalba, ascendieron al cielo como el Sol y la Luna. El juego de las pelotas nos recuerdan los elementos astrológicos con los que está relacionado, Xibalba quizá no es más que este mundo y sus peligros, el ingenio de los dos hermanos, sus habilidades representarían las dos partes del ser humano, la mortal y la inmortal, en lucha solidaria para derrotar a los enemigos del ser humano y su victoria final.

Entre los Bantus de África, se considera precisamente el nacimiento de gemelos bien como algo afortunado o por el contrario fuente de todo infortunio. Representan la desgracia para la familia, si uno de los gemelos fue asesinado frecuentemente en vidas anteriores, sin embargo si esto no es así, se considera este hecho de gran fortuna, porque se dice que los gemelos poseen poderes anormales que traen bendiciones a la familia y a todo el poblado. Una vez más el tema de lo mortal, y de los poderes inmortales está aquí también presente.

Los Gemelos egipcios: Osiris y Seth, Isis y Nepthys.

El concepto de dualidad alternante expresada en los mitos gemelares, pocas veces ha sido tan completo como en el caso de la mitología egipcia. Nut, la diosa del cielo y Geb, el dios de la Tierra, dieron origen a otra generación de dioses más cercanos a los hombres. Cinco hijos nacieron de la pareja: Horus, Seth, Osiris, Nephtys e Isis. El dios halcón, Horus, representando un aspecto general y superior de la divinidad (Heru, significa lo superior, lo que está arriba) es una especie de síntesis que aparece tanto en leyendas muy primitivas, como Dios fundamental y único, como también al lado de los otros 4 hermanos, e incluso posteriormente, en otro nivel, como nueva síntesis de las dualidades representadas por Isis y Osiris, Nephtys y Seth.

Al igual que en el concepto chino de Yin y Yang, en el que no sólo existe una oposición entre estos dos términos, sino también complementaridad y reciprocidad, a tal punto que se dice que no existe Yin que no contenga cierta cualidad de Yang, ni Yang que no tenga en sí mismo algo de Yin, de la misma manera en la mitología egipcia las parejas conformadas por los hijos de Nut representan este concepto de dualidad múltiple y complementaria. Así Seth es el hermano oscuro de Osiris, y éste representa el lado luminoso de las cosas. 

Osiris está casado con Isis, conformando así otra dualidad, masculina-femenina, solar y lunar, e igualmente Seth está casado con Nepthys, repitiendo de nuevo el mismo proceso. Isis y Nephtys, las dos hermanas, una vez más, representan el lado Yin y el lado Yang de las cosas, la Luna visible y la Luna invisible. La leyenda cuenta que Isis y Osiris tuvieron un hijo que los sintetiza, Horus, luminoso y solar, mientras que Seth y Nephtys tuvieron otro hijo, oscuro y esotérico, Anubis. 


Enfatizando aún más esta dualidad cruzada y multiplicada, la leyenda hace también a Anubis el hijo secreto de Osiris y Nepthys, concebido en la noche y por confusión de Osiris al creer equivocadamente que Isis era quien yacía con él, cuando en realidad se trataba de Nepthys. En Anubis encontramos pues una síntesis de todos los aspectos duales.

Todos ellos representan la multiplicidad de la dualidad esencial de nuestro mundo, reproduciéndose hasta el infinito en múltiples combinaciones. Pero esa dualidad más que corresponder a un hecho natural, objetivo, es el resultado de nuestra percepción del mundo, allá donde existan seres humanos, tal como los entendemos, habrá dualidad porque ésta es el resultado de nuestra constitución psicológica y, sobre todo, del eterno enigma del hombre: su doble naturaleza espiritual y física, su capacidad, al menos mental, de cruzar de la Vida a la Muerte, y representarse a ésta como otra forma de Vida. Al fin y al cabo, la familia de Nut, sus aventuras legendarias, no son más que la escenificación del drama humano, de la confrontación en el mismo seno del hombre del ser divino y el ser físico y manifiesto: los eternos gemelos.

OSIRIS Y RA, los polluelos gemelos

El Libro de los Muertos, insiste en estas ideas, introduciendo además el mito solar en las mismas. Si todo lo manifiesto en el mundo posee un comienzo, necesariamente tiene un fin, pero de la nada, nada surge, y la muerte de algo, en sí misma, es el origen de Nueva Vida. Así se establece la idea del eterno retorno, del recomenzar, y la idea de ciclo, del circulo repetido infinitamente. Toda trayectoria vital (vida y muerte al mismo tiempo) queda pues reflejada en el círculo. Cualquier de sus puntos es el comienzo de algo, cualquiera de sus puntos es el final de algo, cualquiera de sus puntos también puede ser considerado la mitad del ciclo. Pero, ¿cómo medir, cómo establecer una medida de lo que es el eterno circular? 

El Sol, La Luna  y la Tierra, son nuestros guías esenciales, los que demarcan el tiempo, sus relaciones conforman todos los calendarios del mundo. El Tiempo, es la clave fundamental, el ritmo que ordena todo el Universo. Para los antiguos egipcios Anubis, la síntesis esotérica de los 4 hermanos, representaba el Ciclo Infinito del Tiempo, y al mismo tiempo la clave para romper ese mismo anillo inexorable en el que todo lo manifestado se encuentra encadenado, por eso era llamado también: "el que abre los caminos".

El Sol, en su eterno navegar a través del Nilo Celeste superior y del río inferior del inframundo, o la Amduat, el "lugar de adoración", o sea el mundo terrenal, representaba para los egipcios el perfecto arquetipo de la peregrinación del alma humana entre lo manifiesto y lo oculto, entre la vida y la muerte, entre lo divino y lo material. Por eso Osiris, otro arquetipo de lo mismo, se identifica en el Libro de los Muertos Egipcio con Ra, el Sol. Se dice allí que Osiris y Ra son los gemelos, las almas gemelas, los dos polluelos que surgieron del mismo cascarón, como Cástor y Pólux en la leyenda griega.

Ra y Osiris

Las 4 partes del Universo, las cuatro direcciones cardinales, siguiendo el modelo solar, delimitan entonces el círculo del tiempo. Corresponden estas cuatro regiones al Este y Oeste, Norte y Sur, y a los 4 elementos, Agua, Tierra, Aire y Fuego, base de todos los otros elementos físicos manifiestos, y sarcófago material en el que la vida solar transcurre. 

Seth, el adversario, representa la oposición necesaria al espíritu, encierra a Osiris en un sarcófago, y Anubis, el que abre los caminos, realiza la primera momificación mágica: es decir la reintegración perfecta de Osiris en un cuerpo glorioso, que ha traspasado los límites del mundo material de los 4 elementos. Por eso Osiris es un modelo humano del Sol que se abre camino en el más allá, desde el mundo de la Duat. El Sol es lo divino en Osiris, y Osiris resurrecto es el mismo Sol brillante, mientras que Osiris apresado en el sarcófago es el Sol en la Duat. Lo divino y lo humano, lo material y lo trascendente se mezclan así en esta pareja de gemelos universales.

LOS GEMELOS GRIEGOS, CÁSTOR Y PÓLUX


En Grecia encontramos una versión de las leyendas de los gemelos que, con el correr del tiempo, se hizo universal: se trata de la leyenda de Cástor y Pólux, los gemelos relacionados con Géminis, el signo doble del zodiaco. La historia, casi conocida por todos, hace de estos dos hermanos, uno hijo de un dios, Zeus, y el otro de un hombre, Tyndareus, perfectos ejemplos del amor fraternal.

El mismo día, su madre, Leda, tuvo relaciones íntimas con su marido y con el dios. Leda en la simbología griega tiene un papel determinado: es una transformación de Némesis, la Necesidad o el Karma inexorable. Por tanto, el nacimiento de Castor y Pólux expresa la concreción kármica, el destino necesario: la mezcla de lo divino, Zeus, y de lo humano, manifiestos en dos hermanos eternamente asociados.

Pólux, el hijo de Zeus, y Castor, el hijo de Tyndareus, fueron llamados los dioses fuertes (dióscuros) y los "arcontes", o aquellos que juzgan. Pólux está asociado simbólicamente con Apolo, el sol o lo divino, mientras que Castor lo está con Hércules, el hombre que se hizo divino tras superar las doce pruebas, o la inmortalidad no sólo adquirida por derecho divino, sino también conquistada por el mérito y esfuerzo propio.

Las leyendas nos lo muestran como perfecto ejemplo del amor fraternal, siempre consultando entre ellos cualquier acción a tomar. Cuando Cástor, el hermano mortal, fue asesinado por Idas, Pólux quiere seguirlo, no desea su inmortalidad, pues tal era el amor que le tenía. Zeus compadecido por él, permite que comparta su inmortalidad con Cástor. La hermosa leyenda de los dos hermanos quedó reflejada en el cielo nocturno, en la constelación de Géminis, precisamente dividida en dos porciones, una por encima de la eclíptica y otra por debajo, o sea lo divino y lo inmortal. Por eso los romanos los hicieron también símbolos de Vida y Muerte. Entre los chinos esta misma constelación fue llamada Yin-Yang, expresando de esta forma claramente lo dual. Se les representó a menudo en la quilla de los barcos como dos estrellas que guiaban su marcha, quizá como símbolo del navegar del ser humano impulsado por esa dualidad.

Se le relacionó también con Hermes, concretamente con los llamados dos pilares de Hermes. Hermes, como dispensador y conductor de la sabiduría, guarda en su mismo emblema el signo de las dos serpientes gemelas alrededor de un tronco, el Caduceo de Hermes, y está asociado con el planeta Mercurio, ligado íntimamente a la constelación de Géminis.


EL EJE SAGITARIO-GÉMINIS Y SIRIO

Volviendo a la simbología del Antiguo Egipto, cuando hablamos de Ra Y Osiris como los hermanos gemelos, como el Sol en lo alto y como el Sol abajo entre los hombres, tendremos que recordar que para los egipcios existía un centro aún más lejano y poderoso de donde emanaba todo su sistema teológico: Sirio, el Sol de nuestro Sol. 

A Thoth, llamado Hermes entre los griegos y Mercurio entre los romanos, se le asigna ese papel de conductor de la Sabiduría, de fiel compañero del Sol (el planeta Mercurio). De alguna manera, nuestro propio Sol adopta ese mismo papel en relación al Sol Superior que es Sirio. La constelación de Géminis apunta a este significado, pues el eje zodiacal que le corresponde señala precisamente a la estrella Sirio.

Así tendríamos una serie de parejas gemelares en lo astrológico: Mercurio-Sol, Sol-Sirio y finalmente Sirio A y Sirio B. Sólo recientemente sabemos que Sirio es una estrella doble, Sirio A y Sirio B. El mito de Castor y Pólux, nos relata una historia de amor fraternal, que es perfecto reflejo del movimiento de estas dos estrellas. La danza de estas dos estrellas, una alrededor de la otra, imitan perfectamente la forma en ocho del Caduceo de Hermes, de la misma manera que el planeta Mercurio siguiendo al Sol dibuja el mismo trazado. 

Cuando ambas estrellas se encuentran alejadas una de la otra, Sirio B prácticamente desaparece de la vista, se vuelve oscura y casi sin vida. Sin embargo, cuando se acercan de nuevo, abrazándose mutuamente, debido a la atracción magnética y eléctrica entre ellas, gran parte de la energía de Sirio A pasa a Sirio B, dotándola de vida de nuevo, para luego más adelante alejarse de nuevo y perderse en el oscuro espacio.

Castor y Pólux, son pues la representación del movimiento de estas dos estrellas, por eso se les representa como tales en la quilla de los barcos. Pero aún más que esa semejanza, como todos los mitos gemelares, expresa una raíz radical de la constitución del ser humano. Los antiguos mitos fundacionales de la mayor parte de los pueblos del mundo insisten en la aparición de seres especiales que dotaron al hombre con una partícula divina, con una esperanza de inmortalidad. Son los héroes y genios, los instructores, los grandes Maestros que compartieron su divinidad con el Hombre.

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